miércoles, 8 de enero de 2025

TRES TEXTOS DE 'EL COLOR DEL TIEMPO NO ES AZUL', DE JUAN PEDRO ABELLÁN

 


EL TEMOR A CAER

Cerró los ojos y dijo adiós, serena y lentamente, igual que se consume una vela o se va perdiendo la fe. Derramó el cáliz de sus manos hacia el fondo de la vida, a un territorio manso, desapegado de manos y huellas. Es un 26 de julio de 1971 y Diane Arbus, que tiene el entonado aire de Nicole Kidman, aunque el cine no le hiciese justicia, se acaba de suicidar en su pequeño apartamento de Nueva York, y quién sabe si de hacer su última gran foto. Un silencioso vértigo hundió su sombra en la bañera y ahogó el deliro profundo de sus párpados.
xxxNadie ancló los ojos tan de cerca, o trabajó la luz y la sombra en tan perfecto equilibrio. Luces y sombras: ser y parecer, voz y silencio, el blanco y el negro de una vida y una obra. Nunca prometió un jardín de rosas, sino la realidad que conecta con la expresión más profunda y conmovedora del alma.
xxxPionera del flash de relleno encuentra la forma en la luz que declina el día, casi siempre invernal, para mostrarnos y hacernos sentir un desasosegante taladro que nos perfora. Creo realmente que hay cosas que nadie puede ver si yo no las fotografío, dice. Y baja, no sin riesgo, a los infiernos. Allí encuentra la belleza formal y la visión cruda de la vida, el horror áspero de la ternura, el chispazo de un acorde roto. Sus personajes parecen sacados del circo, o de un cuento de hadas. Esos "Freaks" que ya en 1932 Tod Browning nos había mostrado en el cine, pero que no habían sido mirados. Seres deformes, enmascarados, prostitutas, locos, tatuados, nudistas, a los que define como "aristocráticos" porque para ella ya han pasado su prueba en la vida. No quiere hallar descanso, y una lágrima se desliza tras el objetivo. Quiero fotografiar lo que es maligno, encender el grito oscuro de los ignorados abismos. Y tacha de un plumazo, o de un disparo de flash, el sueño americano, mostrando solo ruinas sin mito alguno. No hay límite entre el cuchillo firme y directo que propone y el ojo que muerde, que parece rasgar con falsa eternidad el iris marchito de la noche. Sus fotos arañan con inundadas uñas, haciendo una pregunta incómoda, llegando incluso a cortar por ese imantado lirismo doliente, un secreto sobre secreto de metódica belleza que ahonda y perturba hasta lo más profundo.
.
.
.
.
.
.
.
.
LA LOBA

Ahora me eximes de toda culpa, cuando ya no hay remedio, ni se puede retroceder, porque es mentira, o cuento, eso de que alguien inventó la máquina del tiempo. Un inmenso muro tapia tus credos. Pero entonces manejabas como nadie la espada y tus palabras, como flechas, lograban dar siempre en el blanco. Adoptabas formas perversas para apropiarte del corazón de cuantos hombres te salían al paso. El mío no te dio muchos problemas. Los dos éramos estudiantes de psicología y sabíamos del coraje y la cobardía de ambos. Me leías el pensamiento y eras inmisericorde con un simple olvido. En cambio indulgente con el viento de poniente, que te hacía presa de sus locuras, como arruinar la verdad desnudando la mentira. Un brillo, como de sueño, iluminaba tus ojos, y olvidabas el presente para adentrarte en terrenos pantanosos, o arenas movedizas, que minaban mis fuerzas de seguir a tu lado. Porque parecías venida de otros mundos. A lomos de un dragón destruías el hilo conductor que nos unía, edificando la amargura y la pena más absoluta, sin articular palabra alguna. Después, como si de un trastorno bipolar, construías la dicha, abriéndote de labios, agrietando la pasión de un fuego moribundo. Eras el puñal del adversario, la daga y el látigo del deseo, o las espinas de la conciencia, porque te las sabías todas. Extendías tus alas de ángel desterrado, para volar cada vez más alto, reduciéndome a la escala del nanómetro.
xxxMás tarde, ignoraste la historia de Ícaro, cayendo tu alado brillo por el oro de la pendiente. Y ahora de ti sólo quedan los vestigios de pasadas glorias. Desfilas errante, como una vaga sombra, entre fieros enemigos que te vencen y humillan, porque para ellos no eres más que una perra, o loba, herida. Y lames sus manos, mendigas su comida y perdonas sus insultos. Y aúllas a la luna, que incluso te da de lado, mostrando su otra cara, como un amor que desdeña tus encantos en la alcoba, porque se da la vuelta y duerme.
.
.
.
.
.
.
.
.
LA CAJA DE MÚSICA

Se miró en el espejo. Sus ojos destilaban pequeños sorbos negros. Abrió la caja de música. Las notas tendieron en su corazón un otoño arrullador, un soplo dulce de tibia melancolía. Luego sacó la pistola que guardaba dentro, acercándola a su sien derecha, y cerrando los ojos apretó el gatillo, porque sus párpados no soportaban más el peso enorme de la noche.
.
.
.
.
.

Abellán, Juan Pedro. El color del tiempo no es azul. Lima; Editorial rata esquizofrénica, 2020.
.

martes, 7 de enero de 2025

ALGUNOS POEMAS DE 'CASA DE INVIERNO', DE JUAN PEDRO ABELLÁN

 


HOY el tiempo se consume despacio,
insistentemente despacio,
perceptible en este vago indicio de viento
de apenas tacto.
Paseo en calles que van cercándome.
La tarde tiene aspiración y deseo.
Y yo, mientras, ensombreciéndome,
terriblemente apoyado en el desánimo,
presintiendo ya el último invierno,
difumino el afilado abrazo de la muerte
para echarme desarmado en sus brazos
y que la herida se enquiste.

.

.

.

.

.

RECUERDO a Elías
enfermo de los bronquios
de tanto llenarse
los bolsillos de nieve.

.

.

.

.

.

RECUERDO a Lidia,

que siempre que jugábamos
a los enamorados
besaba de verdad.

.

.

.

.

.

VOLABA la muerte
.................................a veces
sobre días oscuros.
Las campanas sonaban diferentes.
Formaban los pájaros
extrañas sombras
heladas en el cielo.
Y hacía más frío
que de costumbre.

.

.

.

.

.

LOS años treparon
el humo acre del tiempo.

La luz combada de tantas promesas
sigue fluyendo fría a las cinco de la tarde,
acompasando
el sonido áspero de la vida.

A esa hora exacta, todavía,
en nuestras bocas, fermenta
amarga la tristeza,
donde la esperanza se ahoga
en el fondo de un pozo séptico.

.

.

.

.

.

AQUÍ, en silencio, escucho
sólidos golpes
de oscuras piedras.

Aquí
escupo angustia
y tengo reuma
debajo de los ojos.

Aquí lame mi lengua
un amasijo de días
insoportables.

Aquí chupo un tiempo adiposo
y hay hambre de negras sobras.

Aquí derramo tardes corrosivas.

Aquí nadie abre
la puerta de la vida.

.

.

.

.

.

ABRO de nuevo
el libro escueto
de tapas grises,

que dice
que todos llevamos
una prótesis dental
que oxida las palabras.

.

.

.

.

.

HOY tiene el cielo
el vuelo preso
de una ave herida.

.

.

.

.

.

ME dirijo
hacia un lugar sin dirección.
Parecido
a la extenuante y rota
........................brújula
de tus explicaciones.

.

.

.

.

.

ME asusta
la vida
porque piso kilómetros
y milímetros de ella.

.

.

.

.

Abellán, Juan Pedro. Casa de invierno. Lima; Plectro editores, 2020.

.

domingo, 5 de enero de 2025

TRES POEMAS DE 'EL JARDÍN QUE NO ALUMBRA', DE JUAN PEDRO ABELLÁN

 


ENIGMA SIMPLE

Aquella fue siempre la verdad, me confesó,
entre la angustia de sentirse interrogada.
Ahora todo no es más
que una habitación a oscuras
con miedo a prender la luz.

.

.

.

.

.

LA FLOR ESTEPARIA

Esta tarde
detrás de las hojas no hay relojes.
Hay tentáculos de luz, celosía
de besos abisales.
Hemos bajado las persianas
y nos hemos dictado
el código de la carne
como lobos.

.

.

.

.

.

HELENA

Me reclamas que tenga
un poco más de paciencia contigo,
que lo del orden y la puntualidad
no desobedecen ninguna ciencia,
y es relativa la importancia
de los números rojos
que aparecen en las facturas,
que lo dramatizo todo
y es una nimiedad
curvar el trazo de las líneas rectas.

Tu juventud ya me lo advertía,
el color de tus ojos,
homónimo de un mar,
heroico y profundo,
donde naufrago a todas horas.
Porque desfilas por casa,
casi desnuda,
persiguiendo un objetivo indiferente.
O pones música,
en un volumen considerable,
para realizar tus ejercicios aeróbicos,
alterando mi ritmo de trabajo,
porque no te va el yoga ni el tai chi,
ni reflexionas sobre la humanidad,
Dios o los conflictos internacionales,
aunque sí te apena que se mueran
tus pececillos de colores, llueva,
o se separen Verónica y Luis Alberto.

Y vienes hacia el cuarto contenta,
cantando bajito una canción de moda,
con un vagar tímido, como si imitaras
el gesto de, por ejemplo, Scarlett Johansson,
rayando la frontera sutil del pecado.
Te metes en la cama
apartas de mis manos el libro,
la Iliada, que releo,
y me recitas el resto.

.

.

.

.

Abellán, Juan Pedro. El Jardín que no alumbra. Lima; Plectro editores, 2017.

.

sábado, 4 de enero de 2025

ALGUNOS POEMAS DE 'MÁSCARA SANTA', DE JUAN PEDRO ABELLÁN

 


SONATA DE OTOÑO

Con una clarividencia conmovedora
me dijo que para ella
ya nada tenía sentido.
Ni las giras internacionales
con la Orquesta Sinfónica de Barcelona,
ni los veranos en el sur de Francia,
ni las obras de Gleizes o Morandi
que tanto admiraba.
Le dije que la vida tiene
multitud de obstáculos,
meandros y zonas muertas,
abrazos que son glaciares,
entre diálogos sordos y palabras huecas.
Pero también hay cielo
en cantidades masivas,
realidades que se resumen
en una sola palabra, besos que redimen
como si tomaras agua fósil
y tan dulces como el sonido
de una quena.

Cuánto hubiera dado
para que esas palabras
se tallaran en su piel
a modo de sonograma.
Pero resbalaron, despeñándose,
en busca de un preciosismo impaciente,
porque nada fue más amargo
que verla desfallecer, interpretando
el cuarto movimiento
de la Sinfonía nº 5 de Mahler.

.

.

.

.

.

DESIERTO SIN ORILLAS

Recuerdo que dijiste
dejo la puerta abierta.
Por aquel entonces
solo un rumor de aire denso
se atrevió a entrar,
desafiante, cortando el vacío
ensamblado al magnesio abstraído de las cosas.

Nadie aceptó las condiciones.
No hubo paz ni tregua.
Reacios, casi hostiles, a los cambios,
nos resignamos a comerciar
con lo poco que habíamos guardado.
La soledad llenó el vacío.
Las manos ofrecían el oficio del ebanista,
la fabricación de un lenguaje sin cortapisas,
descarnadamente metálico,
donde lo visible se arruinaba
ante el óxido de la arrogancia.

No supimos detener a tiempo
esa guerra insoportable
que minaba la capacidad
de evocar palabras cotidianas.

No quedó sino este extraño dominio
de dibujar la sonrisa ausente de tus labios,
de perseguir furtivamente sueños imposibles,
de existir, aunque fuese por momentos,
al margen de un tiempo concreto.
Éramos como personajes de un imperio en declive,
orgullosos, tristes, solitarios,
ante el espejo barroco de los equívocos.

No tuvimos tiempo de enmendar el error.
De pronto, un viento frío
heló los gestos amables
y las últimas palabras dulces que brotaban,
convirtiendo el futuro
en este paisaje cerrado
de espesos silencios de sombra.

.

.

.

.

.

LA PROFECÍA

Tú ya habías soñado
que la vida 
iba a ser esto: hojas cayendo
y detritus entregado al paso
de los caballos.
Una ciudad que siempre se abandona,
o nuestras súplicas fundidas
en la oscuridad más absoluta.

Soñaste el color de la ceniza,
las afueras y las proporciones de una amanecer
difícilmente comparable. Allí,
donde crecen las espigas y se tiñe
el recuerdo de sorda tristeza.

Sí, tú ya me habías contado
que existieron ríos, puentes y fronteras,
también canciones y vanidad desconocida,
manos lentas
acariciando
agua sucia
y luces muertas.

Sí, recuerdo bien tus palabras.
Soñaste la cicatriz de tu contorno,
el beso y la batalla,
en el hondo adentro que nadie colma.

Sí, quemaste mi piel con tus palabras,
arrastrándome por las brasas de tus ojos,
y como hipnotizado
soñé también la profecía:
que vibraba la nieve
y en su modulación diatónica sentí
cómo algo se rompía.

.

.

.

.

.

NOSTALGIA

A pesar de que llamábamos
a las cosas por su nombre,
no pudimos salir del engaño.

Las pequeñas cosas se agrandaron
incomodándonos tanto
que poco a poco nos fueron echando.

Nos fuimos haciendo irreales
a los ojos de los peces.
La casa dejó caer su sombra
sobre el árbol recién plantado,
sobre las réplicas de Cézanne y Kandinsky,
sobre la letra impresa de unos labios
afilados de reproches.

Las luces jamás se volvieron a encender
rodeadas de abrazos insípidos y amables despedidas.

Recuerdo que dijiste: acercarse al rencor de madrugada
con las manos frías y los pies descalzos
se parece al suicidio de los cobardes
.

Pequeñas cosas esparcidas
buscan ahora la nostalgia del antiguo orden.
Inquilinos extraños sobre cuerpos desnudos
a modo de lluvia pasajera.

Yo te dije: la noche tiene brumas
que no dejan ver las estrellas
.
Un pensamiento cayó sobre el abismo azul
de una caricia.

Ganamos en paciencia, aunque perdimos el humo frágil
de las palabras y su significado.

Pero dijiste: la vida es hermosa en tardes de verano
con su cielo rojo y el corazón trazado por los pájaros
.
Desde aquella ventana,
como un libro abierto, dibujamos
dorados sueños, resacas de azules penumbras
y un futuro alimentado
de transcendentes conversaciones.

Quizá es fue nuestro último acierto
antes de quedar prisioneros
de nuestras propias limitaciones.
Ahora en habitaciones alquiladas
giran viejos ventiladores en el techo
al calor de los dormidos tulipanes.

Las cosas sencillas son a veces las más complicadas,
como un dolor tibio que gangrena.

Aquellas miradas de hiedra mojada
no dejaron pasar la luz.
El vértigo de la herida
alarmó la fibra líquida del corazón,
como al delirio duro de la porcelana,
que sigue moldeando un aire circular
que cruza los cuartos vacíos de la casa.

.

.

.

.

.

MUJER, PÁJARO Y ESTRELLA

Te pintabas las uñas
y con delicada y triste ternura
arañabas las paredes del cuarto,
cuando eran tus ojos cielo de lluvia.

Yo llegaba tarde y cansado
del trabajo y tenía
que descifrar esos dibujos
con resignado entusiasmo.
Alguna veces usabas el lápiz
de labios en los espejos del baño.
Creía ver obscenas imágenes eróticas
o preciosas constelaciones
a la manera de Miró.
Siempre fuiste muy niña,
toda una artista del descaro
y la interpretación.
Te echabas en mis brazos diciendo
que tuviste un mal día.
Luego tomabas una de tus píldoras
y te echabas a dormir,
mientras yo preparaba algo de cena.

Duramos así cinco años.
Lo dejamos en el pero momento,
lo sé, pero la situación era insostenible.
Parecía vivir en Altamira,
y además ya empezabas
a dibujarme la piel
con la precisión de un taxidermista.

Te llamaba por entonces,
y con voz rota me decías
que visitabas a un famoso psiquiatra,
que habías vuelto a tu antiguo empleo
de diseño comercial,
y que en breve viajarías a Nueva York
para asistir a un congreso de nuevas tendencias.

Hace casi un año que no te llamo.
Ayer estuve en la casa
donde para mi sorpresa no había
rastro de ti ni de los dibujos.
Y añoré no encontrarlos,
no encontrarte en sus colores
y trazos nerviosos,
en los pájaros y estrellas,
o en las lunas, de sus cielos.

Y hasta tuve la tentación
de dibujar uno de mis preferidos
y firmarlo con tu nombre.

.

.

.

.

.

EL DIABLO VISTE DE PRADA

A veces juego a ser
ese tipo con el que te diviertes,
con el que vas a toda clase de fiestas,
como estrenos de cine
o nuevos perfumes.

Sí, a veces, hago como que soy
ese deportista mediático
que te vuelve loca.
Aunque hay días, cuando voy al teatro
o a una fiesta de arte, que pongo los pies
en la tierra, diciéndome
que una chica como tú
jamás saldría
con alguien como yo,
estando en las antípodas,
anegándose el futuro de la parte
más cómica de la vida, pues solo
te puedo ofrecer el estallido del amor,
cierta ironía humorística
y estas caricias que suenan
como la Filarmónica de Viena.

Pero te importan tanto
el dinero y la fama
que interpretas a la perfección ese papel,
realizando una versión
extrovertida y brillante
de quien no eres.
El paparazzi
de turno te lo agradece
y acude a tu reclamo:
si te han visto últimamente
subir a un auto deportivo
o te has cambiado de peinado.

Y yo me desespero
cuando te veo en la pantalla
en semejante orgía
de lujo descarado.
Anoche, por ejemplo,
me tragué un reality televisivo
porque anunciaron que saldrías.
Al final no acudiste
aludiendo una leve indisposición.
Y juré que fue por mí, por la carta
que envié a tu nueva dirección,
profesándote mi amor y admiración.

Pero más lejos de la realidad,
ya que hoy se me acusa
en todos los medios
de acosar a una famosa,
y me visita la muerte, como en mis sueños,
vestida con un uniforme sexy de policía,
clavándome una orden de alejamiento
....................en el pecho.

.

.

.

.

.

EL JARDÍN DE LAS DELICIAS

Creo que lo nuestro sobrevivirá,
ya que pronto estaremos
al otro lado
donde se pone a prueba
a los locos enamorados.

Y nos observan
personas con bata blanca
y pelo cano que dicen
saber mucho de los males
que padecemos.

Aquí hacemos cosas de locos,
como soñar despiertos
o regalar flores que cortamos
de un pequeño jardín,
cuidado con esmero;
reír a carcajadas, o poner cara boba,
mirando el cielo con asombro
y descaro. Aquí no hay mentira
ni cansancio, ni blanda monotonía
que espese nuestras manos.

Todos los días son únicos e irrepetibles.
De cada habitación
suena un canto distinto
que nos hace alzar el vuelo
y abrazarnos con extrema ternura.

Amor, me ha dicho el doctor Martínez
que pronto firmará
el documento que nos abrirá
la puerta al eterno paraíso.
Dice que seremos muy felices.
Pero tengo miedo que no sea cierto
eso que dicen que hay al otro lado.
Amor, aquí somos tan felices,
todo es tan dulce y hermoso
que estoy pensando, si te parece,
en ponerme de nuevo a cuidar
el jardín, pronto llegará la primavera,
o escribirte un poema,
para que así, como otras veces,
sea presa de tus labios,
igual el doctor Martínez nos observa
y no firma ese papel.

.

.

.

.

.

LA CONDESA

A salvo me encuentro, amada mía,
de tus lentas caricias como lava.
Tus uñas se clavaban en mi espalda
hasta que la sangre brotaba,
que luego lamías
como una loba de Transilvania.

Por entonces no podía huir de ti.
Dulce era la condena.

En las noches de luna
tus ojos me hechizaban
y como perro
obedecía fiel a tu llamado.

Fueron dulces los años
que pasamos juntos,
arrasando tu fortuna, la herencia
familiar que saqueaste
con aquella extraña muerte de tu tío.

Pero no pude más. Colmaste
mi honda paciencia.

Me cansé de ser
ese muñeco que utilizabas solo
en tus juegos prohibidos.
Y aquella noche de exceso y alcohol,
cuando dormías como una niña
y las suaves luces de Marrakech
iluminaban tu piel, me largué
sin dejar rastro, volando lejos de tus ojos
de Medusa.

Pocos años después
leía en un periódico italiano
que habían encontrado muerta
a una mujer de la aristocracia húngara,
sola, arruinada por las deudas,
en su palacio de Budapest.

Y ahora, cuando en las noches de luna
siento como si me susurraran al oído,
brindo por tus ojos
y por las noches indecibles
de lujo y placer que me regalaste.

.

.

.

.

.

CIERTA DIALÉCTICA

Porque nuestra dialéctica
no está reñida con la superstición,
hoy me he levantado a la misma hora,
he desayunado lo de siempre,
la ducha templada y la ropa en su lugar.

Porque la rutina tiene siempre
el premio de tus labios,
el calor de tus muslos,
que incitan a ignorar el despertador,
colecciono retrasos.

Porque nuestro cine tiene los diálogos precisos,
la poesía, el humor y la ironía
que cierta crítica no comparte.

Porque el Dorado es saberse a salvo
del tedio presente,
del laberinto de hielo,
me gusta llegar a casa y recibir de tus labios
la dosis exacta
tomada de un poema de Borges.

Porque nuestra gramática
va teniendo los mismos errores,
los mismos aciertos que otros,
te doy la mano para que juntos abordemos
el estrecho margen que queda a la improvisación,
conquistando el tacto diáfano de las sombras.

..............Porque vivimos
un tiempo sin sorpresa,
testigo mudo
.....................o alejado,
nos hablamos en clave,
sintiendo la arcilla dura en nuestras manos,
el humo espeso de las mentiras,
como si fuera el saldo de lo visible,

vinculamos un paisaje al color
de nuestros sueños, y al final,
como si en todo estuviéramos de acuerdo,
moldeamos la inercia, su apariencia,
en el tránsito de un viaje arriesgado
y sin retorno.

.

.

.

.

Abellán, Juan Pedro. Máscara santa. Lima; Paracaídas Soluciones Editoriales, 2016.

.

viernes, 3 de enero de 2025

ALGUNOS POEMAS DE 'ANIMALES ANIMALES', DE XOÁN ABELEIRA

 


EN LA ÉPOCA EN LA QUE LOS NIÑOS INVENTABAN CUENTOS

Los animales eran hombres y los hombres animales
Orgullosos de ser animales

En la edad en la que los niños deliraban solos
A veces la luna se transformaba en erizo
El sol era un cangrejo desovando
En el arenal del cielo

Los niños jugaban al río veneraban al río
Porque el río era un dios
Y el agua al entrar en sus bocas comunicaba
Multitud de leyendas que fluían de lejos

Un mosquito era un titán una civeta
Un sahumador consagrando el bosque
Un bisonte un ancestro un antílope un guerrero
Un lagarto un augur de cuyas visiones
Nadie dudaba jamás

En la época en la que los niños inventaban cuentos
La Palabra era un fruto en las raíces del árbol
En la edad en la que los niños deliraban solos
Lo hacían al calor de las manadas celestes

Pero llegó el fuego llegó la antorcha llegó
La hoguera aullando al umbral de la cueva
Los niños enmudecieron entonces los animales se dispersaron
Temerosos los hombres constataron su silencio

.

.

.

.

.

RATHUS RATHUS
..........(Ratas)

Me digo bastaría
Con pegar la oreja al suelo bastaría
Con prestarle oídos la cabeza el cuerpo
Entero quizás a ese rumor inclemente
Para conjurar el miedo bastaría
Me digo y me repito
Con asomarse cada día a las cloacas
De todos y cada uno
Para aceptar definitivamente que están ahí

Cruzando a nado los ríos increíbles`
Asediando las tiendas las bancas los edificios
Royendo los tabiques inspeccionando
Las cañerías fornicando
Debajo de las camas multiplicándose
Sigilosas ahí donde pisamos

¡Qué tenacidad
la de estos lemures ancestrales
Que de vez en cuando se adentran
En nuestros sueños brincan desde lo oscuro
Para exigirnos el tributo mortal
Los nueve granos de bronce que les debemos!

Y es que saben
De nuestra opulencia saben
Que nuestras arcas ocultan una cosecha
Que no no0s pertenece y
Hay que repartir

¿Quién de nosotros consiguió
Reconciliarse con ellas?
¿Quién dejó de padecer
La sutileza de ese mordisco?

¿El bienaventurado en su infierno?
¿El vagabundo en su laberinto?

Alojadas en cada alma en cada cerebro
Sus formas conforman nuestras sombras
Una maraña de estímulos hambrientos
Aguardando el más mínimo resquicio
Para contagiarnos su desprecio

.

.

.

.

.

YACIENDO EN LA LOBA

Caperucita
La noche de niebla
En que te leí
Tu cuento

Aquella luna que fuimos
Pasando una a una
Las sábanas sobre
Tu pecho

Te arrojaste
A mis fauces
Como si tú y no yo
Fueses la Bestia

Me mordiste
Me arañaste
Me azotaste
A tu antojo

Me jodiste como
Sólo sabe joder
Una animal
Loca

Ahora desde ese día
Soy yo todo hambre
Descosido quien aúlla
Por ti dentro de ti

Dispuesto a devorar
A todos mis rivales
En el umbral rojo
Y negro de

Tu coño

.

.

.

.

.

ELOGIO DEL CRÁTER

I

La marea que esparce el volcán
Vuelve la tierra más fértil

Y yo
Tomo todo lo que me das

Permanezco avisado
A la orilla de este cráter
A la espera de la alianza
O de una nueva erupción

Y como todo lo que me das
Sin cuestionar su origen

Igual tu lava hermana mía que toda su ceniza

.

II

Ojo del cráter

Quien mira en él se mira
Más allá de él

Labios del cráter

Quien los lame por siempre lame
El nudo de su sed

.

.

.

.

.

EL AMOR PLENAMENTE

Ella....................................................yo

.............Exacerbamos el placer
...Porque aspiramos a que el deseo
.............Concluya desaparezca
..Cuando su luz devenga en nosotros

Plena............................................mente

.

.

.

.

.

LA GATA

Mataron a todos mis hijos
Todos

Uno tras otro todos ellos
Sin tan siquiera probar
La vida pujando mis tetas
Tragaron el agua pesada
Que nos depara el mundo

Mataron a todos mis hijos
Carne de aguja de aguijón
Y seguirán matándolos
Todos

Por eso conservo uno
Al que nunca llego a parir

Salvo en mi vientre más
Y cada vez más
profundo

.

.

.

.

.

LAGARTO DE LAS ZARZAS

........................................Réplica a D. H. Lawrence

Un lagarto

Hiende la sombra
Trepa por una roca
Y alza la vista escuchando

La música de las esferas

.

.

.

.

.

LA GAVIOTA

La gaviota que salvé ayer
De morir atropellada

Volví a verla esta mañana
Sobre el capó de un coche

Destripando una paloma
Que acababa de matar

.

.

.

.

Abeleira, Xoán. Animales animales. Madrid; Bartleby editores, 2009.

.

jueves, 2 de enero de 2025

VUELVO A BLOGGER

 


Como el blog que tengo en wordpress me está empezando a dar problemas, vuelvo aquí para tener un lugar de resguardo y no perder todos los archivos que vaya compartiendo.

Empezamos otra vez aquí.